y cuánto echo de menos su bocanada ansiosa cuando me citaba en la oscuridad
los amantes no deben verse me decía no deben representar el antes sino aparecer de improviso
para morder el fruto de la pasión ella hablaba así y esas maneras que no me eran ajenas
me daban seguridad para acercarme a la sombra que me tocaba que se apropiaba de mi piel
y de cada una de las zonas de mi cuerpo como si lo conociera sin error alguno
le gustaba cogerme las manos y conducirlas a su cuerpo y yo las dejaba muertas dejaba
que fueran suyas hasta para tocarse como si dispusiera de cuatro manos
no sé si me sienta bien pensar en ella recordar los momentos que nos liberaron
o que nos hundieron ya no sé qué fue porque los días que transcurrían sin encontrarnos
se me antojaban de secuestro imaginando si ella estaría condescendiendo con más
no me va bien poner imágenes estaría infringiendo la terapia la maldita terapia de la castidad
que dicen los médicos que hará bien y qué sabrán ellos