me siento increpado por el adoquinado desigual
camino de la estación donde los guardagujas me esperan
y los mozos de cuerda y las últimas trabajadoras de la calle
para tomarnos el café habitual de todas las madrugadas
el chapoteo de la lluvia se mete por las perneras de mis pantalones y está fría
pero más escuece la araña de coñac más
hasta hacerme despertar del sueño para desembocar donde no me espera nadie