caída honda y me despierto con la víbora socavando la sangre
entrando y saliendo por todos los recovecos que las venas dibujan flexible
alimento por donde no sería posible localizar ni rastro de sueños
tal es el caudal que circula carcomiendo las orillas a las que me aferro
donde no encuentro descanso ni seguridad ni alivio suficientes
para poder reconciliarme con las horas y las horas sagaces y ávidas
de mí me devoran van tras mi rastro y olfatean mi olor genuino
donde delimito territorios a los personajes que quieren cebarse